viernes, 15 de abril de 2011

EL TAXODIUM -Taxodium Macronatum Ten- -Ciprés calvo- -Ahuehuete-


I. EL TAXODIUM


      El “Taxodium Mucronatun Ten” es un magnífico árbol, grande, frondoso, medicinal, de buena madera, que tiene hoja perenne pero que, sin embargo, pierde parte de sus hojas en invierno, para dejar pasar los rayos del sol, que es cuando todas ellas adquieren un espléndido color cobrizo, pero vuelve a reverdecer, con brillo, y alegría, al llegar la primavera, en la que sus hojas son de un verde claro, muy vivo, y adquiere una sombra espesa, de hojas verdes oscuras, con el calor del verano. 



        El nombre de Taxodium, tan bello, grande, misterioso y sonoro, viene del griego, de las palabras taxos, que quiere decir tejo, y oídos,  que significa forma, es decir, que define el árbol como un ciprés con forma de tejo.
        El específico mucronatum hace referencia a que sus hojas son mucronadas, es decir terminadas con decisión en punta aguzada pero no punzante.
        Estas hojas son  lanceoladas, es decir que no son redondas sino con forma de lanza, y están dispuestas alternativamente en dos filas de brotes laterales que desarrollan hojas de contextura flexible que, como decimos, son agudas pero no punzantes.
        El hecho de que el follaje del Taxodium sea poco denso al lado de los de otros árboles de hoja perenne y de casi todos los cipreses, permitiendo la visualización de sus ramas todo el año e incitando a la pintura, y de que pierda parte de sus hojas en los inviernos más fríos, ha determinado que se le diera o bautizara con el nombre común o vulgar- vulgo=pueblo - de Ciprés calvo.

       El Taxodium florece en otoño o, como dicen los científicos, naturalistas o sabios en Botánica, es de floración otoñal. Sus flores caen formando largos racimos o conos que parecen  la caída de los fuegos artificiales, como logro final del verano.
  Los conos masculinos terminales son de color púrpura y los conos femeninos solitarios son de color verde. Los frutos que producen son piñas, redondeadas o globosas, protegidas por escamas aplastadas de color pardo rojizo, y dehiscentes, es decir, que se abren de forma natural para que salgan las semillas que en este caso son dos semillas bajo cada escama, dotadas de unas pequeñas alas para ser llevadas por el viento lo más lejos posible, caen en tierra y germinan en nuevos árboles de la especie.


  

NOMBRE COMUN:
CIPRES CALVO










En algunos lugares del mundo, al Taxodium o Ciprés Calvo se le denomina como Ahuehuete, y es la especie o tipo de árbol bajo el que, tal y como cuentan los historiadores y cronistas, Hernán Cortés lloró amargamente después de la desastrosa retirada o huida de la ciudad de México tras la Noche Triste, en que, después de una entrada pacífica en la capital del reino de Moctezuma el chico, los abusos de sus tropas victoriosas provocaron una sublevación de la población indígena y la expulsión del conquistador, que sólo volvió a entrar a sangre y fuego.


El tronco del Taxodium es de un enorme grosor, como de columna de catedral o pata de elefante gigante. Así existe un famoso ejemplar en Santa María de Tula (Oaxaca, México) cuyo tronco tiene 52 metros de perímetro y es considerado por muchos como el árbol más grueso del mundo.

La corteza del Taxodium es fibrosa, de aspecto curtido, de un color marrón rojizo, que se desprende en tiras, y da la imagen de estrías que caen por su tronco como torrentes o cascadas, cual si su piel rugosa y mastodóntica estuviera formada por escamas de pescado o cola de sirena.

Tras la elevación del tronco que emerge de la tierra como gigantesco surtidor o gran ballena que aparece, se produce la ramificación con majestuosa horcadura que pudiera albergar una vivienda es lugar predilecto del juego de las ardillas, a partir de la cual se elevan múltiples ramas  principales hacia el cielo, siempre hacia arriba, siempre casi verticales, como un inmenso candelabro de velas de sombra y sueño”, como un soberbio órgano musical por entre cuyos tubos sueñan con el viento sutiles y armoniosas melodías, diferentes cada día y en cada momento, llevadas por el aire hasta nuestros oídos cuando estamos atentos.

La corteza gris rojiza de las grandes ramas principales que se despliegan desde la horcadura mas  le puede mostrar también como un sedoso pulpo maldocoriano de grandes proporciones que nos mira con la comprensión de su pacífica alma neptúnica y nos ofrece sus brazos para columpiarnos en el viento y en el agua transparente y cristalina o para sentarnos a leer en el banco que cobija a su pie.



El Taxodium o Ciprés calvo es un árbol de gran porte, pues en su zona de origen, Texas, México y Centro América, hasta Guatemala, ha llegado a alcanzar los cincuenta metros de alto, pero de costumbres muy razonable y austeras, sencillas y hasta rústicas, pues no es muy exigente con el nivel freático de los suelos y  sobrevive y se contenta con poco, menos delicado y exigente que, por ejemplo, el Taxodium distichum que necesita mayores calidades de suelo freático.

Siempre tiene el Taxodium o Ciprés calvo un gran tronco, de cruz no muy alta, que se despliega inmediatamente en multitud de ramificaciones principales muy verticales, a diferencia de otros muchos árboles, que crece a un ritmo medio, ni muy rápido ni muy lento, lo que le da una buena madera que ni es frágil ni de excesiva dureza, por lo que puede ser útil y no es terriblemente dura de tallar. El conjunto de sus ramas le dan en su juventud una forma cónica que con el tiempo y su madurez se va transformando en ovoidal irregular  debido a su expansión.

Como decimos, el follaje del Taxodium es poco denso, lo que permite apreciar sus bellas ramas verticales y horizontales de gran candelabro natural, a veces verde, a veces dorado, animado siempre por sus hojitas, de un verde muy claro y brillante en primavera, tanto por el haz como por el envés; de un marrón algodonoso en invierno.
 



II- EL TAXODIUM DE EL RETIRO




En el parque de El Retiro sólo hay un ejemplar de Taxodium, en el Panterre, el jardín de estilo y método cartesiano francés cuya verja  da a la calle de Alfonso XII, frente al Casón del Buen Retiro, antigua Museo de Reproducciones artísticas y hoy edificio incorporado al Museo del Prado, y es un árbol de gran valor cultural y botánico por lo que ha sido catalogado como “árbol singular” por el Decreto 18/92 de 26 de marzo de 1992 con motivo de la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América y de la designación de Madrid para aquel año como Capital de la cultura europea.


Este Taxodium fue plantado en El Retiro después del descubrimiento de América, con semillas traídas del Nuevo continente, en el año de 1633, y tiene pues, si no he echado mal la cuenta, trescientos sesenta y siete años, y está considerado como el árbol y el ser vivo más antiguo del parque y de todo Madrid.


Pero el Taxodium es jovencísimo, pese al gran tamaño que ya ha alcanzado, pues los Taxodium viven, si se les deja, un millar o dos millares de años, como prueba que los hay de esa edad y  se conocen de más de dos mil años.

Se conocen muchas propiedades medicinales del árbol, de su corteza y de sus hojas, pero una planta de tan dilatada longevidad tiene que esconder muchos más secretos y maravillas para permanecer viva, fuente y alegre, tanto tiempo, como expresión de serenidad y reto de los científicos, como inspiradora de dibujantes y músicos, como protectora de niños y ancianos.

Durante la guerra de la Independencia, los franceses convirtieron el parque de El Retiro en un cuartel general y llegaron a colocar una gran pieza de artillería en la horcadura del Taxodium que luego fue tomada por los astilleros de Daoíz y Velarde el 2 de mayo de 1808, de tal manera que en aquellos duros combates se perdió y destruyó la práctica totalidad de los grandes árboles de El Retiro, a excepción de el Taxodium que afortunadamente se salvó y hoy vive feliz y tranquilo en su parque, cual sujeción de fabulosa carpa de circo, circo de la alegría y el sol.

Cuando el cuadro del Guernica de Picasso volvió a España, fue instalado provisionalmente en el Casón del Retiro, justo enfrente y muy cerca del Ciprés Calvo y dicen, dicen los estudiantes y jubilados de la “Asociación de Amigos del Taxodium”, que vela por su conservación, que el árbol y el cuadro mantuvieron largas charlas y amenas conversaciones sobre todo lo vivido y la Historia de España, de ramas a ventanas, de ventanas a ramas, y, tal vez, también a través de las raíces del Taxodium, cuya extensión y profundidad, como la de nuestros antepasados, sólo podemos imaginar, y de las fuentes de inspiración del cuadro en las miniaturas del Beato de Liebana y, más lejos aún, en las pinturas de la Cueva de Altamira.




En el año 1991 se rodeó el Taxodium con una reja de protección, que a él no le gusta, pero acepta pacíficamente hasta que las gentes se civilicen un poco más.


Al pie del Taxodium hay siempre, si se quiere ver así, un guía turístico o “cicerone” vestido de guarda del Retiro que explica a los visitantes las características, datos botánicos, fechas históricas, propiedades médicas y demás curiosidades correspondientes al Taxodium, y en cuyo rostro imaginario   apreciamos los rasgos inconfundibles de un Pedro Salinas, un Fernando Saínz Ruiz, un Juan o un Carlos Marichal, un Luis o un Juan Saínz, etc, que se turnan como buenos amigos para enseñarnolo, nos saluda con toda cordialidad y sonríe a los niños que llevamos. 

(Texto desgrabado  de la conversación entre el Taxodium y Javier Saínz, a fines del siglo XX, y fines de un segundo milenio taxódiómico.)

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