El ahuehuete puede ser considerado sin duda como uno de los "tatas" o abuelos de los árboles nativos de México, pues su fuerte arraigo a las tradiciones populares y su vínculo a la historia y leyendas prehispánicas, han hecho que sea esta especie la que mejor represente el espíritu de la nación.
Su majestuosa presencia y su longevidad, nos recuerdan a esos ancianos indígenas, fuertes y sabios, cuya experiencia y dignidad les confieren mayor respeto y autoridad conforme pasan los años.
La existencia de este árbol en nuestro territorio es tan antigua, que algunas investigaciones han reportado la existencia de polen fósil de ahuehuetes que data de la época anterior a la llegada del hombre al Valle de México, lo que confirma que se trata de una especie originaria de este país, es decir, no introducida.
Además de sus orígenes ancestrales el ahuehuete es un personaje de singular belleza. Alto (llega a medir hasta 50 metros de altura total) y fornido (su tronco recto es más ancho en la base y su diámetro a la altura del pecho es por lo menos de 2 metros), posee un hermoso follaje formado por hojas delgadas y largas que se mueven con el viento, como si agitara su abundante y verdosa cabellera.
Sus ramas robustas como fuertes brazos, se extienden horizontales y se prolongan al dividirse sucesivamente en ramillas -masculinas y femeninas- para rematar armoniosamente en racimos de frutos, ligeramente abombados, aromáticos y resinosos, con pequeñas vejigas en la superficie.
Si usted viaja en México por los estados de Durango, Guerrero, Michoacán o Oaxaca podrá encontrar entre algunos de sus bosques ahuehuetes que crecen de manera natural en las riberas, brindando al paseante su fresca sombra para descansar, así como un bello paisaje formado por lo que llaman "bosque de galería" (o bosque subperennifolio "ripario"), el cual puede ser apreciado en ciertos óleos de pintores mexicanos de finales del siglo XIX y principios del XX , como José María Velasco, quien impresionado por la magnificencia de esta vegetación la plasmó en algunos de sus lienzos.
El viajero se sorprenderá también al contemplar al ahuehuete quien, como un viejo sentado a orillas de un río se complace en refrescar únicamente sus piernas --vigorosas aún- pues por lo regular este árbol más que hundirse por completo, tiene sólo la base del tronco sumergida en el agua durante gran parte del año.
Y es que -como si buscara revitalizar su añeja pero corpulenta musculatura- sólo el género Taxodium, entre las gimnospermas, crece a orillas de corrientes y manantiales en lugares templados y a muy variadas altitudes (desde los 300 hasta los 2,500 metros sobre el nivel del mar), por lo que al cautivante paisaje boscoso formado por ahuehuetes se añaden refrescantes sonidos de agua.
En muchas ocasiones se ha pensado en el ahuehuete o sabino como un árbol santo, virtuoso o sagrado ya que además de los rituales que se practican junto a determinados ejemplares para celebrar la bendición que da este árbol-tata a ríos y manantiales, la gente considera que esta es una especie milagrosa que cura las enfermedades.
El árbol que ha dado mayor prestifio al sabino, como especie milagrosa, es el "Arbol Sagrado". Está situado en en el kilómetro 40 de la Carretera Santiago Tianguistengo-Chalma, en el municipio de Ocuilán de Arteaga, en el Estado de México. Se le atribuyen 227 años y tiene 37 metros de altura y 4 metros de diámetro troncal. A su extraordinaria corpuencia se le añade la circunstancia de que entre sus viejas raíces nace un manantial. Se le ha denominado "Arbol Sagrado" porque a su sombra los peregrinos que se dirigen al santuario del Señor de Chalma inician sus ritos religiosos.
De este árbol se ha dicho: "Extraños ritos se inician desde el ahuehuete, árbol milenario que añade a su extraordinaria corpulencia, la feliz circunstancia de que a sus pies, saltando entre sus viejas raíces, nace un manantial de frescas y transparentes aguas, además de prestar su sombra al peregrino y apagar su sed, razones por las que se llama "Árbol Sagrado". Junto a él, existe la costumbre de bailar. En este mismo lugar muchos peregrinos se ciñen una corona de flores que conservan puesta hasta llegar al santuario de Chalma. Esta es una vieja tradición, ya que antiguamente el peregrino llevaba una señal semejante, por lo que fácilmente se le identificaba y la gente de bien le brindaba confiadamente su techo y mesa" (Fernando Vargas Márquez, en su Compendio de Árboles Históricos y Notables de México, publicado por el Instituto Nacional de Ecología, INE, SEMARNAP, 1996).
Por otro lado, la fama de esta especie, como árbol milagroso se debe también a que en muchos mercados mexicanos o en puestos ambulantes se pueden conseguir partes de la especie que tienen usos medicinales: su corteza (utilizada como diurético); sus hojas (para curar la sarna); su resina (empleada para sanar la úlcera y enfermedades cutáneas, el dolor de muelas y la gota); o su follaje (con lo que se acostumbra adornar los altares de las procesiones en algunos pueblos).
El nombre científico del ahuehuete es Taxodium mucronatum, aunque este vocablo proviene del náhuatl "ahuehuetl" o "ahoéhuetl" y de las raíces atl (agua) y huehue, viejo o abuelo, es decir, "viejo del agua". También es muy conocido como sabino o ciprés de río.
Tan arraigado a la cultura mexicana está que algunos lugares han tomado su nombre a partir de este árbol: Ahuehuetitla (una hacienda de Tula, en el estado de Hidalgo); Ahuehuetitlán (un poblado del distrito de Silacayoapan, en el estado de Oaxaca); así como dos Ahuehuetzingo (en Puebla y Morelos).
En México, las diferentes etnias o poblaciones llaman al ahuehuete de varias maneras, considerándolo de manera muy especial y cercana:
Nombre | Etnia o grupo | Región o estado |
Auolí, jauolí o jaoulí | Guarigia | Sonora |
Matéoco | Rarámuri | Sierra Tarahumara, Chihuahua |
Pentamu, pentamún, pénhamu o o pénjamu | Purépecha | Meseta Tarasca, Michoacán |
Quiztsincui | Zoque | Cerca de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas |
Chuche | Huasteco | Sureste de San Luis Potosí |
Ndoxinda | Popoluca | Puebla y Tlaxcala |
Tnu-yuco o yucún-datura | Mixteco | Región mixteca, Oaxaca |
Yaga-guichi-xiña, Yaga-guichi, Yaga-chichi-cino o Yaga-guichi-ciña | Zapoteco | Región zapoteca, Oaxaca |
*Fuente: Villa-Salas, Alonso y Martínez. Biodiversitas, Boletín Bimestral de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, año 5 Núm. 25 julio de 1999. "El Ahuehuete", Alicia Elena Martínez Bautista, pp. 12, 13 y 14. http://web.archive.org/web/20061117212617/http://www.conabio.gob.mx/
Este viejo y apreciado árbol fue probablemente domesticado por los aztecas con fines ornamentales. Netzahualcóyotl, rey de Texcoco, aficionado a las bellas artes y a la jardinería, tuvo un especial apego al ahuehuete y aún ahora, gracias a la longevidad y resistencia de la especie, conservamos varios de los ejemplares sembrados por orden de este monarca.
Por referencia del cronista novohispano Bernal Díaz del Castillo, sabemos que, en lo que ahora es el Parque Nacional El Contador -ubicado a 5 kilómetros de la ciudad de Texcoco (en el Estado de México y a orillas del pueblo de San Salvador Atenco)- Netzahualcóyotl poseía un palacio cuyos jardines se encontraban cercados por más de 2000 sabinos, los cuales hizo plantar durante su dominio. Según cuenta Díaz del Castillo, los árboles formaban un gran rectángulo de 800 metros de largo por 400 metros de ancho, orientado este hacia los puntos cardinales e incompleto en los lados norte y oriente.
En 1850 había solamente 500 árboles de los 2000 que mandó plantar Netzahualcóyotl. Estaban ubicados en doble fila y se encontraban dispuestos de tal forma que coincidían con los puntos cardinales, precisa Alicia Elena Martínez Bautista, en su artículo El Ahuehuete, publicado en Biodiversitas, Boletín Bimestral de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad Conabio, año 5 Núm. 25 julio de 1999; pp. 12,13 y 14.
Fernando Vargas Márquez, en su Compendio de Árboles Históricos y Notables de México, publicado en 1996, por el Instituto Nacional de Ecología, INE, de la entonces SEMARNAP, señala también que exisisten actualmente algunas arboledas de ahuehuetes plantadas por el ilustre soberano:
Camino al Lago de Texcoco, en los ejidos de San Felipe y Boyeros, se encuentran 72 sabinos formando un pequeño bosquete, cuya antigüedad es de 500 años aproximadamente. "Estos árboles fueron plantados en la época del rey Netzahualcóyotl", comenta.
Asimismo, indica que se plantaron en esa época 21 ahuehuetes sobre la actual calle Palma y Dos de Marzo, sobre la carretera México-Veracruz. Esta calzada -añade- conducía al rey texcocano a sus baños, localizados en el Cerro de Tezcutzingo.
En la época prehispánica se plantó también un célebre sabino en la primera sección del bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México, cerca de la Tribuna Monumental. Ahí se puede apreciar aún hoy un enorme y viejo árbol al que llaman "El Sargento". Famoso por su majestuosidad, formaba parte de un bosque de ahuehuetes. Su tronco tiene 3.98 metros y su altura llega a los 15 metros y se le atribuyen 700 años de edad. Lamentablemente "El Sargento" murió a causa de la falta de agua, por lo que ahora queda únicamente su tronco.
Uno de los antiguos cronistas de la ciudad de México , Manuel Rivera Cambas, autor de México Pintoresco, Artístico y Monumental, comenta en el volúmen II de su obra: "uno de los lugares más notables del barrio de Azcapozalco, en la Ciudad de México, ha sido el Paseo de los Ahuehuetes, ubicado cerca de la plazuela. Estos ahuehuetes monumentales fueron testigos de la grandeza del lugar, desde épocas prehispánicas, tiempo en el cual la especie era altamente valorada por los indígenas". Para ilustrar esto, el escritor nos brinda una singular referencia:
Durante años los aculhúas de Atzcapozalco sometieron a las tribus mexicas, cuando éstas no se habían configurado aún en el poderoso Imperio Azteca que posteriormente dominó nuestras tierras.
Los reyes de Atzcapozalco percibían el tributo de los mexicanos por haberles permitido que se establecieran en su territorio. Cuando todavía como súbditos, los mexicanos eligieron a su rey, el emperador alcahúa Tezozómoc se molestó y tuvo miedo de ser destronado, por lo que, con la intención de arrojarlos de sus tierras o debilitarlos les impuso un tributo que, creía él, era imposible de cumplir, por lo que dijo a los señores de su corte:
"...ya no conviene seguir disimulando, porque sería posible que muertos nosotros, quisieran estos mexicanos sujetar a nuestros hijos y sucesores pretendiendo hacerlos tributarios, según se van ensorbeciendo y subiéndosenos a la cabeza; para que no se atrevan a más, id y duplicadles el tributo que hasta hoy han dado, en señal de reconocimiento y sujeción que nos deben". El tributo que los señores de la corte de Tezozómoc exigieron fueron muchos sauces y sabinos ya crecidos para plantarlos y hermosear los alrededores de Atzcapozalco, así como la construcción de chinampas, cosa que los mexicanos cumplieron provocando nuevamente la ira del rey".
Ahuehuetes famosos
Dos autores nos remiten a viejas historias relacionadas con el ahuehuete: Fernando Vargas Márquez, en su Compendio de Árboles Históricos y Notables de México, publicado por el Instituto Nacional de Ecología, INE, SEMARNAP, 1996 y Alicia Elena Martínez Bautista, en su artículo El Ahuehuete, publicado en Biodiversitas, Boletín Bimestral de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad Conabio, año 5 Núm. 25 julio de 1999. pp 12, 13.
Ambos escritores mencionan al "Árbol de la Noche Triste", cuya anécdota se encuentra entre las más conocidas de la ciudad de México pues en él, Hernán Cortés lloró su derrota ante el ejército azteca.
Bernal Díaz del Castillo narra que después de la derrota que sufrió en la Gran Tenochtitlán la noche del 10 de julio de 1520, Cortés huía por el camino que comunicaba con el pueblo de Tacuba, acompañado de los pocos hombres de su ejército que sobrevivieron. Intentando descansar un poco y abrumado por los sucesos, se sentó en las gradas de un teocalli a donde al conquistador hispano "se le saltaron las lágrimas".
Seguramente este teocalli estaba donde hoy se encuentra el templo católico de Nuestra Señora del Pronto Socorro, localizado en la Calzada México-Tacuba, en la Colonia Popotla de la Ciudad de México. Llegó a tener un perímetro de 15.20 metros y 5.5 metros de diámetro. Su altura fue de 5 metros alcanzó una edad aproximada de 550 y 600 años. Desafortunadamente el "Árbol de la Noche Triste" es también un árbol muerto, que se encuentra sostenido por barras.
El "Árbol del Tule". Probablemente sea el sabino más grueso que se conoce. Está situado a 12 kilómetros al Sureste de la ciudad de Oaxaca, en el Pueblo de Santa María del Tule en Oaxaca, México. Su circunferencia con sinuosidades mide 54 metros; su tronco tiene de diámetro 14.36 metros y su altura total es de 40 metros de altura. Se calcula que tiene una antigüedad de 2000 años. Está considerado como el árbol más notable del estado. El segundo lunes de cada mes de octubre se celebra una fiesta en su honor.
Dada la pérdida de vigor que aqueja al "Arbol del Tule" y puesto que se observa una baja en el manto freático de las dos microcuencas que tienen influencia directa en la localidad a donde este se encuentra, se ha creado una asociación civil, "Mi amigo el árbol" la cual pretende cuidar a este ejemplar único y de alto valor natural y a los que lo circundan, mediante la protección de dichas cuencas.
Hay otro ahuehuete en Xochimilco, en la Plazuela de San Juan, también en México. Es muy antiguo y le nombran "El Sabino de San Juan". Su tronco mide 3.71 metros y tiene 25 metros tanto en su altura como en el ancho de su copa. Su corteza es café rojiza y como frutos tiene unos conos ovales o globosos. Se cree que este árbol tiene entre 600 y 700 años de vida. La población del lugar lo aprecia y lo cuida.
Muchos y muy famosos han sido los ahuehuetes ligados a nuestra historia y leyendas, por lo que motivo de gran orgullo debe ser éste nuestro "viejo del agua" ya que al igual que sus raíces a nuestra tierra, se encuentra arraigado a nuestra cultura y sentimiento nacional.